No dejo de sorprenderme con los mensajes que llegan al buzón de correo de este blog, y es que hay veces que los textos van mucho más allá de los problemas típicos que un dueño tiene con su beagle. El corto (pero intenso) relato que nos trae Yeraldin es otra historia relacionada con los beagles robados.
«Hola!
Ella es Hanna, mi consentida, tiene 10 meses y está conmigo desde sus cinco mesecitos. Ella llegó a mi vida porque antes tenía un perrito de la misma raza llamado Tomy, al cual adoraba; pero un día salí de viaje y lo dejé al cuidado de una tía, ella al descuidarse salió como un loquito a la calle, y un señor que pasaba en un carro lo montó y se lo llevó. Aunque lo busqué, no lo volví a encontrar, lo último que supe era que se lo había llevado un militar, y contra un personaje como ese, no pude hacer nada, así que, como se imaginarán quedé destrozada.
Por casualidad en la calle iba la antigua dueña de Hanna, cuando la vi se robo mi corazón y me acerqué a acariciarla y la señora me dijo que se notaba que habíamos simpatizado. Me contó que se estaba enfermando de los ojitos porque la tenía en un lugar donde había mucho polvo, y que por esto la estaba vendiendo, no quería verla enferma. Así que de inmediato se la compré, y desde ese día llenó mi vacío por Tomy. Es mi princesita como les digo…, y ella lo sabe porque no le obedece a nadie más…espero les guste mi princesita!!!!!
Yeraldin Johana Rosales Mesa. (Sogamoso, Colombia)»
Aparte del robo de Tomy, este episodio me resulta doblemente triste por la situación que tuvo que padecer la perrita Hanna. Hago mención a ello porque antes de tener un perro en casa hay que valorar todas las circunstancias familiares. No sé a qué era debido ese ambiente de «mucho polvo«, y tampoco si era o no remediable. Tal vez Yeraldin nos lo aclare en los comentarios.
Por cierto, que de Colombia ya habíamos publicado otra historia mucho más espeluznante de beagles robados: el caso de Milo.
