Por qué tu perro tira de la correa
Que un perro tire de la correa no es un defecto, es algo natural. Su olfato gobierna el paseo y lo arrastra hacia cada olor interesante, mientras tú intentas mantener el rumbo. Eso, sumado a la falta de educación temprana o a la ansiedad, hace que caminar tranquilo parezca misión imposible.
Lo que no sirve es la típica escena de la calle: un dueño gritando y tirando con más fuerza. Eso no corrige, solo empeora. Un paseo debería ser un momento de calma y vínculo, no un pulso constante.
Si te estrenas con un cachorro, empieza bien desde el primer día. Las rutinas tempranas facilitan todo lo demás; aquí tienes una guía útil sobre adiestrar a un cachorro en sus necesidades.
Técnicas efectivas para un paseo sin tirones
Un método sencillo es parar en seco cada vez que el perro tira. Si la correa está tensa, no avanzas; cuando se relaja, sigues caminando. Repetido con paciencia, el perro entiende que la única forma de avanzar es contigo, no contra ti.
Otro recurso es el luring. No es magia: usa una golosina o tu mano como “imán” para guiar al perro a tu lado. Al principio lo hace por el premio, pero pronto lo asocia con el comando “junto” y tu gesto. Con el tiempo, reduce chuches y mantén palabras cariñosas.
Entrena primero en casa o en un lugar tranquilo y luego llévalo a la calle con más distracciones. Anuncia cambios de rumbo con un “gira” para recordar quién dirige el paseo. Si quieres más ejemplos prácticos, revisa pasear al perro y corregirlo cuando tira.
Errores que lo arruinan todo
El mayor error es la falta de constancia. Si tú trabajas con paciencia, pero otro miembro de la familia lo deja hacer lo que quiera, el progreso se derrumba. Educar a un perro es tarea de equipo: todos deben usar los mismos gestos y comandos.
El segundo error es el equipo inadecuado. Collares de castigo o correas extensibles suelen empeorar la situación. Mejor un arnés cómodo y una correa acolchada que proteja tanto al perro como a tu paciencia; aquí detallo opciones en tipos de correas para perros.
Y luego está la falsa expectativa: creer que esto se resuelve en dos días. No. Educar a un perro lleva tiempo, y cuanto más fuerte sea su instinto —como en los beagles— más paciencia necesitarás.
Mi experiencia con beagles (y lo que aprendí a golpes)
Muchos dueños se quejan de que su perro tira de la correa, y lo primero que deben entender es que es un comportamiento normal. En los beagles esto se multiplica: están diseñados para rastrear, así que cualquier olor puede convertirse en la excusa perfecta para un tirón. En mi caso era común que, al detectar el rastro de otro perro, se lanzaran con fuerza. La solución rápida era cruzar la calle para ir por la otra acera, pero allí también había olores. Al final entendí que necesitaba un método más sólido.
Lo primero que recomiendo es paciencia y tranquilidad. He visto a muchos dueños enfadados, gritando o tirando aún más fuerte de la correa. Eso no corrige, solo empeora la situación. Con Garret, mi cachorro, cada paseo era un entrenamiento. Caminábamos unos pasos y lo hacía sentar, dándole un premio. No siempre era comida: a veces bastaban palabras cariñosas o una palmada en el muslo. Mientras caminaba a mi lado repetía “junto”. Si tiraba, me paraba. Si insistía, lo hacía sentar otra vez.
Era un proceso lento, repetitivo, incluso agotador. Y aunque funcionaba, reconozco que nunca logré tener a mis beagles totalmente educados en este aspecto. ¿Por qué? Porque no siempre era yo quien los sacaba. Otros paseadores no aplicaban las mismas pautas y eso saboteaba todo. La lección fue clara: la paciencia es vital, pero la coherencia lo es todavía más. Educar a un perro a no tirar de la correa no es tarea de uno, sino de todos los que comparten el paseo.
