Winter y el beagle ideal (Colombia)

«Hola a todos! Mi nombre es Elsa y escribo desde Cartagena (Colombia) para contarles cómo comenzó mi historia con el que yo llamo «mi perro ideal», mi Winter. Es un Beagle de 4 meses que me ha hecho más feliz.

Todo comenzó cuando él tenía 45 días de nacido y en mi familia decidimos que queríamos un perro por primera vez. Sin saber qué raza queríamos, fuimos a la tienda de mascotas y nos encontramos con tres hermosos beagles que eran hermanitos, dos machos y una hembra. La hembra y uno de los machos (el regordete) jugueteaban mientras los observábamos y, en una esquina de la jaula dormía plácidamente un cachorrito más delgado, que parecía casi molesto por el desorden de sus hermanitos. Yo al instante me enamoré de él y lo quise llevar a casa, por otro lado, mi hermano dijo que era «muy aburrido» y que él quería un perro que fuera enérgico (¡no sabía lo que le esperaba!).

Entonces, volvimos a casa sin la mascota. Me llené de paciencia y de vez en cuando pasaba por la tienda a ver si todavía estaba mi cachorro amado. Hicimos trámites para comprarlo por otra vía pero las cosas nunca se dieron. Lluego nos cansamos de esperar y volvimos a la tienda muy ansiosos. No se imaginan mi alegría al saber que mi pequeño aún estaba esperando que alguien lo llevara a casa… Estaba esperándonos.

El día que lo trajimos vomitó un poco en el carro y mis papás se asustaron. Pero como ya yo sabía lo que podía pasar (por haber leído los artículos del blog y los comentarios de todos ustedes) no me alarmé, sino que traté de hacerlo sentir lo más cómodo posible. Una vez en casa, jugó con mis hermanos como loco y en la noche no lloró! Y yo que ya le tenía lista una mantita con un reloj, tal como recomienda Adfer para cuando lloran, jeje…

Se porta muy bien aunque tengo que pasar detrás de él vigilando que los muebles, las puertas y ¡hasta su cama! sobrevivan a sus mordiscos. Le encanta jugar con su zanahoria, y pasa horas mordisqueando su hueso (así lo engaño para que deje de morder las puertas). Es capaz de dormir con el ruido de la lavadora al lado suyo, pero si me levanto de la cama en mitad de la noche enseguida abre sus ojotes! Toma siestas conmigo durante el día porque sólo estamos él y yo la mayor parte del tiempo, y le encanta jugar a perseguirme. Mi Winter me alegra más los días y le ha enseñado una buena lección a mi hermano: que entre jadeo y jadeo de tanto jugar con él me pide que me lo lleve devuelta, jajaja…

Muchas gracias Adfer por todos tus consejos, y también a las personas que comentan, porque también tienen las mismas dudas que yo y aportan ideas para hacer de la vida con nuestros perros una experiencia genial…

Saludos desde Cartagena, Colombia.
Elsa.»