«¡Hola! Somos la familia Valiente, de Madrid, y nos gustaría compartir con vosotros algunas dificultades y dudas de nuestra mascota.
Desde hace 9 meses tenemos una preciosa Beagle que en estos momentos va hacer 11 meses. Se llama Kira, y cuando hemos abierto vuestro blog y hemos visto la historia de Ana y Manolo de Madrid contando sus inicios con su Beagle Kira nos hemos sentido totalmente identificados, hemos recordado con mucha simpatía todos esos momentos preciosos vividos con nuestra Kira.
Nuestra hija Lucía de 15 años fue la que nos convenció para adquirirla en un criadero cercano a Madrid, y elegimos esta raza al ser pequeñita y porque para ella era su mayor ilusión. Nos consuela ver cómo casi todas las historias son muy parecidas, aunque para nosotros ha sido un poco más difícil ya que nunca hemos tenido perros en nuestra familia.
La llegada de Kira ha supuesto unos cambios muy importantes en nuestros hábitos familiares, aunque Kira con su carácter alegre y juguetón nos compensa en muchos sentidos.
Hemos superado las primeras fases con muchísima paciencia, leyendo y preguntando también a todos los demás dueños en el parque. Incluso hemos tenido, como Ana con Yaki, varios encuentros con la perra de unos amigos: Tula, una preciosa Podenco cazadora de 3 años. Intentamos sacarlas al campo juntas, pero en una misma habitación Tula le gruñe y Kira no deja de importunarla jugando a su alrededor, sin acercarse demasiado porque le tiene miedo. Los dueños intentamos no darle mucha importancia, que las cosas no lleguen a más, pero también que ellas defiendan sus espacios.
Nuestras actuales dudas son que nos está resultando muy difícil conseguir un paseo tranquilo por la ciudad, sin ir Kira siempre por delante de nosotros tirando con fuerza y ladrando a todo lo que se mueve. ¿Como podemos superar esto? En casa su comportamiento es muy alegre y poco a poco conseguimos que nos obedezca, ya que entendemos que sigue siendo un cachorro. Le compramos un collar de castigo metálico, (pero nos da muchísima pena), le damos ordenes contundentes, pero al final el castigo se convierte en una discusión familiar.
Otras de las dificultades que vemos es el no poder ir con tu mascota a tiendas y lugares de ocio. Estas vacaciones nos resultó muy difícil el medio de transporte (como no sea con un coche particular), y el alojamiento en un hotel o apartamento en la playa. También aquí en Madrid tuvimos necesidad de alojarnos durante un mes en un hotel, y no encontrábamos uno que permitiera mascotas, como no fuera con unos altos precios.
No queremos alargar más esta carta, aunque tenemos muchas anécdotas que contar de nuestra querida Kira.
Si acaso valoráis no publicarlo os agradeceríamos muchísimo que nos mandarais el correo de Ana y Manolo para intercambiar consejos, historietas, y fotos de nuestras queridas Kiras.
Recibir un cordial saludo Lucía, Goyo y Mar.»
Ya ha pasado mucho tiempo desde que recibimos este correo, y suponemos que Kira será un buen ejemplar de beagle adulto. Aún así, las cuestiones que esta familia madrileña plantea son tan interesantes que merecen una respuesta.
Sobre esas experiencias en las que parece que es el perro el que saca a pasear al dueño, hay que hacer una aclaración: no es lo mismo un cachorro que un perro ya adulto, ya que en un beagle de 2 ó 3 meses es normal que actúe de esa manera. Ahora bien, la clave está en aprovechar también esos momentos para adiestrar al perro, y nada mejor que utilizar las chuches (los premios, la comida). Yo paseaba a mi perro Garret, cuando él tenía 4-5 meses, con unos premios en mi bolsillo, y aprovechaba el «paseo» para recordarle la orden quieto, sentado, y echado. Por ejemplo: caminábamos 20 metros, luego le ordenaba que se estuviera quieto, le daba el premio (o no, no siempre hay que dárselo). Continuábamos, y luego parábamos otra vez, y añadía la orden Sit, o cualquier otra. Esto hace que el perro siga actuando con disciplina también cuando estamos en la calle.
Sobre las complicaciones a la hora de viajar y de hospedarse en hoteles, etc… Las familias que tenemos mascotas debemos asumir ciertas limitaciones en nuestro estilo de vida, al menos eso es lo que yo pienso. O dejamos a nuestro perro en una residencia canina, o planificamos muy bien, y con antelación, nuestras vacaciones/viaje para que vaya con nosotros, encontrando previamente uno en el que admitan animales y no sea muy caro. A ver si en los comentarios alguien que haya pasado por Madrid nos puede informar de su experiencia, estaría genial poder saber de buenos y baratos hoteles que admitan perros.
Por último, añadir que no solemos guardar ningún dato de nuestros usuarios. Esos intercambios de emails son los usuarios los que deben hacerlo entre ellos, mediante el hilo de comentarios, redes sociales, etc.