Inyección para retrasarle el celo a mi perra

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Este blog lo inicié en noviembre del 2006, después de haber ‘superado’ muchas de las pruebas a las que me sometieron mis beagles Garret y Gala, pues creí que podía ser de gran ayuda para otros dueños, y así evitar que muchos beagle se malcriaran. En él he ido publicando sobre aquellos aspectos más interesantes en su educación y cuidado, y hoy es uno de esos días en los que debo abrir un tema nuevo.

Por si no lo sabían, mis perros no están esterilizados, principalmente porque en casa estamos lo suficientemente concienciados para evitar una camada indeseada, y porque preferimos verlos «enteros». Personalmente, no termino de creerme que a una perra se la tenga que operar para reducir riesgo de tumores, porque por la misma regla de tres también le podríamos cortar una pata, y así nunca tendríamos que preocuparnos de que algún día se le partiera. ¿Entienden mi razonamiento?

Cada vez que Gala se ha puesto en celo, a los pocos días la hemos separado de Garret. Esto no ha supuesto ningún trauma familiar, y lo hemos venido haciendo desde entonces porque era perfectamente posible. Supongo que de no haber podido realizar esa separación, alguno de los dos sí que estaría ya esterilizado.

Ahora es verano en España, época en la que toda la familia está junta, pero el celo de Gala se aproximaba coincidiendo con nuestras vaciones, así que hemos tenido que recurrir por primera vez a la famosa inyección de hormonas con el fin de provocar un retraso de su celo. El veterinario nos ha dicho que la primera vez que se pone esta inyección inhibidora del celo no es efectiva al 100%, que transcurridos 5 meses nuestra Gala ya podría entrar de nuevo en su ciclo, y que para entonces una segunda inyección sí que sería efectiva, en el supuesto de que quisiéramos seguir retrasándole el celo.

El veterinario también nos ha comentado que estas hormonas (derivadas de la progesterona) no tienen efectos secundarios, algo que siempre hay que cuestionar, pues también hay profesionales que opinan que pueden ocasionar tumores de mama, complicaciones en el útero, y aumento de peso en la perra. Por estos motivos, no tenemos ninguna intención de volver a aplicar a nuestra perra más de estas hormonas, pues dejaremos que Gala siga teniendo su celo a su ritmo habitual.

Después de la inyección, ella está un tanto ‘apagada’, echada en su sillón favorito, como si se preguntara «¿qué me habéis hecho?»

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