En la zona donde vivo hay muchas familias con perros, por eso es normal que cuando saco a pasear a mis perros casi siempre nos encontremos a algunos de estos vecinos. Siempre he observado que el comportamiento de mis beagles es un tanto diferente al resto. Aclaro que Garret y Gala no han tenido ningún tipo de adiestramiento, aunque a veces se me haya pasado por la cabeza. Pero lo que veo en ellos es al beagle en su estado más puro.
Un beagle reacciona cuando a su paso encuentra el rastro de otro animal. En la calle generalmente es otro perro, se altera para lanzarse con su hocico rozando el suelo al encuentro de lo que huele. Es en ese momento cuando más tira, y con la constitución tan atlética que tienen, acaban consiguiendo que el dueño «se una a la persecución».
Intentar parar no es solución, pues el animal se va a desesperar, va a ladrar, a suplicarte que le dejes ir. Es mejor apartarse de ese rastro, cruzar la calle, cambiar de dirección,… Este hecho no sólo ocurre recién el otro animal ha pasado, he observado que son capaces de detectar el rastro después de varios minutos (más de 5 seguro).